El pequeño marsupial australiano, antequino, muere al año de vida y lo único que lo motiva es cumplir su función reproductora y dejar a las hembras embarazadas para preservar la especie.
Durante la temporada de celo, este curioso animal tiene una actividad tan frenética para poder aparearse con todas las hembras posibles que deja de dormir, privándose hasta de tres horas de sueño al día, que equivale a la mitad de sus horas de sueño.
Y eso, noche tras noche. Un ser humano no lo resistiría. Dormir es fundamental para la vida de cualquier animal, pero para esta extraña criatura parece que merece la pena sacrificarlo.
Estudios
Según investigaciones científicas publicadas en la revista ‘Current Biology’, es el primer estudio que muestra este tipo de restricciones directas de sueño entre los mamíferos terrestres. Es una compensación entre reproducirse y el sueño, que, según dice el estudio, está impulsada por una fuerte selección sexual.
En humanos y otros animales, restringir la cantidad normal de sueño conduce a un peor rendimiento mientras estamos despiertos, un efecto que se agrava noche tras noche. Y, sin embargo, los antequinos hicieron precisamente eso: durmieron tres horas menos por noche, todas las noches, durante tres semanas.
Erika Zaid, de la Universidad La Trobe en Melbourne, Australia.
Las hembras de antequino pueden vivir dos años, pero los machos no pasan de un año de vida, después de su corta, única y potencial temporada sexual. Durante ese tiempo, los machos compiten físicamente y mediante la competencia de esperma por el acceso a tantas hembras como sea posible para maximizar su éxito reproductivo. Su inusual historia de vida es lo que atrajo a los investigadores.
«Descubrimos que los antequinos machos, pero no las hembras, se vuelven inquietos durante su única temporada de reproducción», señala John Lesku, director del estudio.
Los investigadores utilizaron acelerometría para rastrear los movimientos de los marsupiales y electrofisiología y medidas metabólicas para cuantificar cuánto dormían, descubriendo que los machos durmieron tres horas menos por noche a lo largo de cada semana en la que estaban en celo.
Muerte temprana
Los hallazgos sugieren que los antequinos pueden tener alguna forma de prosperar con menos sueño durante este tiempo. La otra posibilidad es que acepten las desventajas de permanecer despiertos para mejorar sus posibilidades de paternidad.
En realidad, resulta un poco sorprendente que estos animales no sacrifiquen aún más horas de sueño durante la época de reproducción, ya que de todos modos morirán pronto. De esta manera, mantener intacta gran parte del sueño revela las funciones esenciales que cumple el sueño.
Erika Zaid, de la Universidad La Trobe en Melbourne, Australia.
Aunque el estudio no revela en sí lo que causa realmente la muerte de los machos marsupiales, porque al comparar los datos de algunas especies sujetas a la observación no se detectó diferencia con los que si durmieron, por lo que se descarta la falta de sueño sea la causa de muerte como solo el principal motivo.
Los investigadores quieren aprender más sobre cómo los antequinos manejan la pérdida de sueño, que se encuentra en un nivel que haría que las personas actuaran como si estuvieran legalmente intoxicadas. «¿Están los antequinos igualmente afectados, pero siguen adelante?» -se preguntan- «¿O son resistentes a los efectos negativos de la restricción del sueño?» Estudios futuros intentarán resolver las preguntas sobre este enigmático animal.
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