Aviso científico de virus ‘zombis’ del Ártico con riesgo de pandemia: “Es un peligro real”

El deshielo del permafrost, junto con una mayor actividad en los glaciares, puede provocar la expansión de virus que estaban congelados durante miles de años.

Un permafrost que cubre cerca de una quinta parte del hemisferio norte y que, en los últimos años, está reduciendo su tamaño.

Este terreno ha permanecido congelado durante siglos, contando con capas de hielo que son más antiguas que la misma raza humana que apareció hace 300 mil años.

Sin embargo, ese deshielo podría ser un punto de encuentro con «antiguos virus» que llevan milenios congelados y listos para contagiar a huéspedes.

“El punto crucial del permafrost es que es frío, oscuro y carece de oxígeno, lo cual es perfecto para preservar material biológico. Se podría poner un yogur en permafrost y podría ser comestible 50.000 años después”, señala el genetista Jean-Michel Claverie, de la Universidad de Aix-Marsella.

Pandemia zombi

Con el recuerdo latente de una pandemia global que mató a millones de personas y afectó a millones más, el covid-19 es una prueba de lo que podría de cómo la humanidad se puede doblegar ante un virus. Por lo que, la comunidad científica está muy atenta a ese deshielo causado por el cambio climático.

Los científicos han aislado ya cepas de estos microbios de Matusalén (también llamados ‘zombie’), que podrían desembocar en una emergencia a causa de un virus de un pasado lejano. Por ello, los expertos trabajan ya en una red de vigilancia para, dado el caso, identificar los primeros casos.

Claverie explicó al diario británico ‘The Guardian’ que los análisis de amenazas pandémicas se registran en el sur. Pero podría extenderse hasta el norte.

El experto lamenta la poca importancia que se le dan a las posibilidades que un posible brote se extienda del norte. “Hay virus ahí arriba que tienen el potencial de infectar a los humanos”, advierte.

Temor

Para la viróloga Marion Koopmans, del Centro Médico Erasmus de Róterdam, sus mayores temores son que uno de esos virus pueda resurgir y exista cura. “Existe un riesgo real de que haya uno capaz de desencadenar un brote de enfermedad, por ejemplo, una forma antigua de polio. Tenemos que asumir que algo así podría suceder”.

Incluso hace 10 años el propio Claverie lideró una expedición para aislar un virus encontrado en Siberia, Rusia, confirmando que podía infectar a organismos unicelulares, aunque estos lleven miles de años congelados en los permafrosts. 

Los virus aislados en el hielo no representan un riesgo para la humanidad, pero hay otros con el poder de infectar a la humanidad. “Hemos identificado rastros genómicos de poxvirus y herpesvirus, que son patógenos humanos bien conocidos”.

Poblaciones

Lejos del temor a que un virus pueda desatar una pandemia, existe el temor a que el mismo deshielo permita la creación de nuevas rutas marítimas y con ello desarrollo de asentamientos humanos, como en Siberia, que les permita la extracción de petróleo y minerales.

 “Esas operaciones liberarán grandes cantidades de patógenos que aún prosperan allí. Los mineros entrarán y respirarán los virus. Los efectos podrían ser calamitosos”, advierte Claverie.

Los cambios en los usos de la tierra, que, como recuerda Koopmans, ha sido el ‘artífice’ de la expansión de otros virus

La viróloga señala momentos en la que los humanos se han asentado en otros hábitats y han provocado calamidades sanitarias. “Si nos fijamos en la historia de los brotes epidémicos, esto ha sido uno de los factores clave. El virus Nipah fue transmitido por murciélagos frugívoros que fueron expulsados de sus hábitats por los humanos. La viruela símica se ha relacionado con la expansión de la urbanización en África”.

Esto podría suceder en el Ártico con el deshielo del permafrost, aperturando un nuevo continente donde asentarse. “El escenario de que un virus desconocido que una vez infectó a un neandertal regresara hacia nosotros, aunque improbable, se ha convertido en una posibilidad real”, afirma Claverie.

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