Amenazas nucleares entre Corea del Norte y Corea del Sur

Corea del Norte lanzó cientos de proyectiles de artillería en las aguas cercanas a las islas fronterizas de Corea del Sur el 5 de enero. Pocos días después, declaró que ya no consideraba al Sur como habitado por «compatriotas», sino como un «Estado hostil» al que planeaba someter mediante una posible guerra nuclear. El 19 de enero, anunció haber probado con éxito un dron nuclear submarino, destinado a fortalecer sus capacidades defensivas y repeler las flotas de la Marina estadounidense.


Este renovado incremento de amenazas, en un momento en que Estados Unidos y sus aliados se encuentran ocupados con conflictos en Ucrania y Medio Oriente, suscita interrogantes entre los analistas sobre si Kim Jong-un, líder de Corea del Norte, está contemplando la posibilidad de emplear más fuerza militar.

A lo largo de décadas, la estrategia de Corea del Norte ha consistido en llevar a cabo provocaciones militares, algunas orientadas a fortalecer la disciplina interna y otras a llamar la atención de sus vecinos y de Estados Unidos.

Sin embargo, para varios observadores de Corea del Norte, la más reciente serie de señales emitidas por Kim Jong-un presenta un matiz diferente. Algunos interpretan estas señales como indicativos de que el país ha perdido interés en buscar un acercamiento diplomático con Occidente, y algunos pocos vislumbran la posibilidad de que esté considerando un ataque sorpresivo contra Corea del Sur.

Los analistas coinciden en gran medida en que Corea del Norte ha experimentado cambios en su postura en los últimos años, impulsados por desafíos internos como una economía debilitada y escasez de alimentos, así como frustraciones en su diplomacia, como el fracaso de Kim en lograr el levantamiento de las sanciones internacionales mediante la diplomacia directa con el entonces Presidente Donald J. Trump. La mayoría concuerda en que la reciente aproximación de Corea del Norte a Rusia, que incluye el suministro de proyectiles de artillería y misiles para su uso en Ucrania, alterará de alguna manera el panorama estratégico.


A pesar de ello, muchos sostienen que el objetivo de Kim sigue siendo lograr que Washington reconozca a su país como una potencia nuclear.

“Los norcoreanos no iniciarán una guerra a menos que opten por tomar una ruta suicida; son conscientes de que no pueden ganar en un conflicto militar”, afirmó Park Won-gon, experto en Corea del Norte de la Universidad Femenina Ewha en Seúl. “Sin embargo, les gustaría que sus adversarios creyeran que tienen esa capacidad, ya que ello podría propiciar acercamientos y posibles concesiones, como el alivio de las sanciones”.

Otros sugieren que el Norte podría llevar a cabo ataques convencionales de menor escala y pruebas de armamento más arriesgadas sin desencadenar una respuesta letal.

“Existen varios niveles en la escalada que Corea del Norte puede explorar antes de llegar a una guerra total”, señaló Victor Cha, experto en Corea del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington.

Desde que Kim asumió el poder en 2011, ha avanzado en el desarrollo de la capacidad nuclear de Corea del Norte, utilizando este poder como medida disuasiva y como herramienta de negociación para buscar concesiones de Washington, tales como la eliminación de las sanciones de la ONU, con el fin de impulsar el crecimiento del país.


Persisten dudas sobre si Corea del Norte ha logrado construir un misil balístico intercontinental confiable capaz de alcanzar Estados Unidos. Sin embargo, dos de sus principales adversarios, Corea del Sur y Japón, se encuentran en una proximidad mucho más inmediata.

Kim ha trabajado arduamente para destacar que ya no considera a Estados Unidos como un socio negociador esencial, sino que vislumbra una «neoguerra fría» en la que Estados Unidos está en retroceso a nivel global. Ha fortalecido de manera agresiva los lazos militares con Rusia y, a cambio, probablemente haya obtenido promesas rusas de asistencia alimentaria y tecnológica para sus programas armamentistas, según informan los funcionarios.

A pesar de su propia postura militar agresiva en los últimos años, China podría actuar como un freno ante cualquier intento aventurero militar por parte de Corea del Norte.


«Una guerra en la Península de Corea sería desastrosa para Beijing», advirtió John Delury, profesor de estudios chinos en la Universidad Yonsei en Seúl. «Todo un medio siglo de paz en el este de Asia, un periodo de crecimiento sin precedentes para la República Popular China, se detendría abruptamente», agregó.

Estados Unidos ha confiado durante mucho tiempo en Beijing para ejercer control sobre Corea del Norte. Al acercarse a Moscú, Kim ha estado aplicando su propia presión sobre el líder chino, Xi Jinping.

«Es notable que Kim haya elegido realizar su primer viaje tras la pandemia al Lejano Oriente ruso, evitando China, y recientemente haya enviado a su Ministro de Relaciones Exteriores a Moscú en lugar de a Beijing», observó Delury.

Al intensificar las tensiones, Kim «puede evaluar hasta qué punto Xi está dispuesto a ceder para calmar la situación», señaló.