Biden y su debate desolador 

El primer debate presidencial en cara a las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos ha dejado profundas reflexiones para diversos analistas latinoamericanos, de quién será el más apto para liderar la nación más poderosa del mundo en los siguientes cuatro años.

En su columna, el analista, Enrique Santos Calderón, comenzó diciendo: «Presenciamos un espectáculo desolador el jueves por la noche: la caída de Joe Biden, un hombre honorable y virtuoso. Observamos la proyección de Donald Trump, quien es exactamente lo contrario, como el futuro líder de los Estados Unidos».

«Después del debate televisado entre los dos candidatos a la Casa Blanca, el desempeño de Biden fue poco menos que catastrófico, no hay duda alguna. Y siempre me pregunto cómo y por qué el Partido Demócrata permitió que un candidato tan frágil y vulnerable fuera nominado», se cuestionó Calderón.

Además el experto añadió: «La pregunta es ahora si logra convencerlo de hacerse a un lado luego de esta debacle. Porque tampoco caben dudas de que sería vapuleado por Trump en las presidenciales de noviembre. Esta vez no tuvo que ofender ni interrumpir a Biden (como lo hizo 43 veces en el debate de hace cuatro años) porque el presidente cavó su propia fosa. Sus palabras balbucientes y argumentos inconexos, sumados a la trémula voz, el pálido rostro y la mirada ausente, pesaron mucho más que las mentiras que soltaba su rival. La cámara no perdona». 

¿Estuvo al nivel el debate?

«Fue un debate sin altura intelectual ni temática, poco digno de una contienda por dirigir a la primera potencia del planeta, que terminó con intercambio de vainazos personales y en ocasiones grotescos, como cuando Trump se ufanó de que él golpeaba la bola de golf mucho más lejos que el debilucho Biden, y este se dedicó a repetir el estribillo de que «tenemos que  ganarle a este mal tipo». A ambos se les notaba la edad, pero más a Biden y no sorprende que hoy una clara mayoría de estadounidenses no cree que su mandatario de 81 años esté en condiciones de gobernar durante otro cuatrienio», opinó el columnista. 

«Preocupante que la primera democracia del mundo quede en manos de un energúmeno como Trump, que a los 78 años no ha ocultado sus ánimos relativos contra críticos y adversarios. Pero es lo que se viene», señaló Santos. 

Debates históricos

«Este cara a cara me trajo a la memoria otros célebres debates presidenciales en Estados Unidos –todos los he visto–que fueron calificados de ‘decisivos’. Como el de Richard Nixon y John Kennedy en 1960, el primero que fue televisado, en el que un Nixon ojeroso y mal afeitado (“¿Usted le compraría un carro de segunda mano a este tipo?”, preguntó el caricaturista Herblock) fue apabullado por un juvenil Kennedy con pinta de actor de cine», recordó el analista político . 

«Lo visual pesa mucho —demasiado— en estos encuentros, así como qué tan preciso, espontáneo y “telegénico” es el personaje. Jimmy Carter se benefició mucho de las metidas de pata de su lacónico rival Gerald Ford en el debate de 1976 y ganó la elección, pero cuatro años después fue barrido por la personalidad y simpatía del —este sí— exgalán de Hollywood, Ronald Reagan«, prosiguió argumentando Calderón en su columna sobre los diversos debates presidenciales en la nación norteamericana.

«No le sirvieron su mayor preparación y dominio de las cifras frente a la estampa personal y el estilo distendido de Reagan, que cautivó con un lenguaje coloquial salpicado de apuntes divertidos. Aún recuerdo cuando, cuestionado porque era muy viejo a los 73 años en su campaña por la reelección en 1984, dijo al iniciar su debate con el aspirante demócrata Walter Mondale que “no me aprovecharé de la juventud de mi contendor”. Luego lo barrió en la elección».

«Estos debates no se ganan por citar más estadísticas sino por la forma humana y personal de conectar con la audiencia. Bill Clinton superó a Bush padre en 1992 en gran parte por su carisma personal, que contrastó con la rigidez aristocrática de su competidor. Pero en el debate de 2000, la actitud campechana del tejano George W.Bush, hijo, resultó más eficaz que la intelectual y académica de Al Gore«, opinó.   

Para finalizar, el experto reflexionó al decir: «En todos los encuentros televisados de presidenciables suele primar la forma sobre el fondo y la audiencia se entera más de la personalidad de los candidatos que de los temas de fondo que discuten. Y cuenta más el apunte oportuno que el argumento sofisticado. En Estados Unidos y otras partes: Mitterrand le asestó a Chirac un golpe mortal en un debate presidencial cuando le preguntó cuánto costaba el tiquete de metro de París y su contendor no sabía».

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