Bolivia ¿en qué terminó el asalto a la sede de Gobierno?

El intento del destituido comandante del Ejército de Bolivia, Juan José Zúñiga, de entregar al presidente Luis Arce, que el propio mandatario calificó de «golpe de Estado», se prolongó durante ocho horas.

Después de la movilización ciudadana y el rechazo unánime de la comunidad internacional, al final de la tarde, los militares insurrectos se retiraron y el general fue arrestado. Esto provocó una crisis que parecía que el país regresaba al oscuro camino de las asonadas militares que lo sacudieron en la segunda mitad del siglo XX.

En las horas de la tarde, ocurrió cerca del Palacio Quemado, la Casa Grande del Pueblo y la plaza Murillo, el complejo de poder en Bolivia, que parecía haber sido objeto de un levantamiento militar del siglo pasado. Un grupo de soldados con armas fuertes, liderados por el recién destituido comandante general del Ejército Zúñiga, ingresó con violencia a la sede de la Presidencia boliviana. Usaron una tanqueta blindada que derribó la puerta del edificio para lograrlo.

Al entrar en escena, el militar, quien había mantenido una disputa tensa con el expresidente Evo Morales durante muchos años, expresó su intención de «cambiar el gabinete de Gobierno» y «restablecer la democracia», lo que fue interpretado como un intento de golpe de Estado. El expresidente Morales, el presidente Arce y líderes sindicales y obreros llamaron a los ciudadanos a movilizarse para prevenir el daño a la democracia.

De hecho, en uno de los episodios de mayor tensión, y que quedó registrado por las cámaras de televisión a la entrada de la Casa Grande del Pueblo, el presidente Arce, como máximo capitán de las fuerzas armadas, encaró a Zúñiga y le ordenó replegarse, una orden que fue desatendida por el general que estaba en traje de combate, luego de lo cual abandonó el lugar.

Ante las preguntas de los periodistas, el alto cargo solo atinó a decir que quería cambiar el gabinete y no respondió a la pregunta sobre si lo que estaba intentando hacer era un golpe.

Destitución Zúñiga

Poco después, en compañía de su gabinete y otros líderes militares destacados, el presidente Arce ratificó la salida de Zúñiga y nombró al general Wilson Sánchez Velázquez como su sucesor. Velázquez ordenó a la tropa que se desmovilizara y regresara a sus unidades militares, lo cual fue cumplido. Después de eso, la detención del general insurrecto era una cuestión de minutos. Sin embargo, al momento de llevarse a cabo su detención, transmitió un mensaje preocupante: que el presidente Arce le ordenó liberar a los «blindados» para «levantar» su renombre.

“Hablaré con detalles el día domingo. En el colegio La Salle me reuní con el presidente, y el presidente me dijo que la situación está muy jodida, que esta semana sería crítica y es necesario algo para levantar mi (su) popularidad”, dijo Zuñiga quien precisó que Arce le pidió realizar un movimiento militar. “Yo le pregunté: ¿sacamos los blindados? y él (Arce)” respondió “sacá”, agregó

El jefe militar que ya no estaba en el cargo proporcionó una lista de los vehículos que se suponía que Arce le había ordenado mover. Según él, “en la noche empiezan a bajar seis cascabeles y 6 urutús, más 14 zetas del regimiento de Achacachi”.

Zuñiga fue arrestado y encarcelado en la sede de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen, mientras que la Fiscalía inició una «investigación penal» en su contra y los militares que atacaron la Casa Grande del Pueblo.

¿Tiene un trasfondo?

El trasfondo político es que hay una división política profunda entre el presidente Arce y el expresidente Evo Morales. Hay una tensión enorme que viene desde hace varios años y que tiene como característica unas elecciones para el Poder Judicial que se han postergado y que el expresidente Morales quiere que se hagan porque piensa que Arce es el que controla el poder judicial. Morales cree que se le está negando la posibilidad de reelegirse el próximo año. Hay una pugna interna del (partido) MAS sobre quién será el candidato en las próximas elecciones”, dijo en diálogo con diario EL TIEMPO de Colombia el analista boliviano y profesor de la Universidad de la Florida, Eduardo Gamarra.

“Esta semana, el comandante del Ejército se presentó en un programa de TV del Gobierno para decirle a Morales que no tenía el derecho de ser candidato, que violaba la constitución (…) Eso suscitó una discusión muy grande sobre qué es lo que debe o no debe decir un comandante del Ejército. El ministro de Defensa pidió su renuncia y luego vemos esta situación hoy. Para muchos, esto es un clásico autogolpe (…) No hay General en ningún país de América Latina que dé declaraciones a la prensa sin tener la autorización del jefe máximo de las Fuerzas Armadas, que es el presidente. Sacrificaron a Zúñiga para lograr contener a Evo Morales. Ahora que Zúñiga cumplió con su cometido, lo obligan a renunciar. Muchos piensas que esto fue un teatro barato”, complementó Gamarra.

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