El Clan del Golfo está aumentando su fortuna significativamente mediante el tráfico de personas entre Colombia y Panamá. Este negocio ilegal no solo involucra el transporte de migrantes en busca del sueño americano, sino también de supuestas células terroristas con alcance internacional. SEMANA ha reconstruido este lucrativo y preocupante negocio criminal que está impactando al continente.
Según una investigación de las Fuerzas Militares, la organización delictiva estaría generando ganancias diarias de $1.440 millones por facilitar el paso de ciudadanos a través del Tapón del Darién. Esta área, una barrera natural de 5.750 kilómetros cuadrados de selva tropical, separa Centroamérica de Suramérica y se ha convertido en un corredor clave para actividades ilegales.
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La misión del grupo es cobrar peajes de hasta 300 dólares para que puedan circular venezolanos, cubanos, ecuatorianos, haitianos, africanos y asiáticos. Ese dinero debe ser entregado a la logística del viaje, encargada de amarrarles una manilla que certifica la compra y darles una pegatina en sus pasaportes, un sello que les salva la vida en la trocha.
Los migrantes son clasificados en dos rutas que parten de Necoclí y Turbo, Antioquia: los que tienen más dinero adquieren un puesto en lanchas rápidas para llegar en cuatro horas a Panamá y los demás se van por la ruta tradicional, un recorrido a pie de once kilómetros que puede tardar cinco días, dependiendo del clima y la capacidad física del sujeto.
Entre enero y mayo de este año, Migración Colombia rastreó a 151.528 personas que pretendían cruzar la frontera de manera irregular. Mientras que Migración Panamá confirmó que 167.640 lograron llegar a su país a través de la selva. En promedio, cada mes se enfrentaron a este viacrucis cerca de 33.528 ciudadanos de todo el mundo.
Las autoridades sospechan que el Clan del Golfo se benefició económicamente de cada uno de estos movimientos. Al parecer, a la cartera del grupo ingresaron más de $160.000 millones, sin contar las extorsiones que impone sobre cualquier establecimiento comercial que ofrece algún servicio a los extranjeros en Antioquia y Chocó.
Uno de los investigadores que rastrea este negocio criminal dijo a SEMANA que esta organización lo controla todo en el Tapón del Darién y que sus principales aliadas son las redes sociales, por donde coordina y negocia el paso de las víctimas. En un día cotidiano, se puede habilitar ilegalmente el ingreso a la intensa selva de 1.200 de ellas.
“A estas personas les son puestas unas manillas de colores en sus muñecas para ser identificadas. Las personas que no tienen esas manillas son retenidas en un campamento improvisado hasta por tres días, mientras sus familias hacen consignaciones o transferencias a través de medios electrónicos”, afirmó el funcionario en anonimato.
Es decir, los herederos de alias Otoniel estarían asumiendo las tareas del Estado en la zona fronteriza, mientras le insisten al presidente Gustavo Petro que quieren transitar a la legalidad, se proyectan como un partido político a largo plazo y duplican sus finanzas con el macabro contrabando de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos.
Mientras aumentan los viajeros, disminuyen las capturas por este flagelo. Con base en las estadísticas del Grupo de Investigación Judicial contra el Tráfico de Migrantes, solo tres personas han sido procesadas este año por tráfico de migrantes en este sector. En 2023 (51 detenciones), 2022 (43 detenciones), 2021 (51 detenciones) y 2020 (37 detenciones).