Este lunes, el Tribunal Superior de Londres autorizó al australiano Julian Assange a recurrir dos de las tres garantías ofrecidas por Estados Unidos sobre el tratamiento que recibiría si fuera extraditado a ese país en otra audiencia futura.
El 26 de marzo pasado, los jueces británicos solicitaron a las autoridades estadounidenses que aseguraran que el australiano de 52 años, en caso de ser extraditado, podría utilizar la Primera Enmienda de la Constitución, la cual protege la libertad de expresión, y que no enfrentaría la pena de muerte.
Edward Fitzgerald, el abogado de Assange, había dicho a los jueces que no debían aceptar las garantías ofrecidas por los fiscales estadounidenses de que Assange, nacido en Australia, podría beneficiarse de la protección otorgada por la Primera Enmienda a la Constitución estadounidense porque el tribunal no estaría obligado por ella porque Assange no es ciudadano estadounidense. «Afirmamos que es una garantía descaradamente insuficiente», afirmó.
Aplausos en el exterior
Fitzgerald había aceptado la seguridad de que Assange no sería sometido a la pena capital, ya que Estados Unidos había hecho una «promesa clara de no acusarle de ningún delito capital». La decisión generó optimismo en el equipo legal de Assange. Según Fitzgerald, podrían pasar meses antes de que se tome conocimiento de la apelación.
Después de 13 años de batallas legales, cientos de manifestantes se habían reunido frente al tribunal antes de lo que fue una decisión crucial. La noticia fue recibida con vítores y cantos fuera del tribunal. El equipo legal de Assange afirmó que en caso de perder, podría viajar en un avión a través del Atlántico en un lapso de 24 horas.
Enemigo público número uno
En los últimos tiempos, Assange se ha convertido en el principal enemigo del país y, al mismo tiempo, en una leyenda para muchos, quienes lo admiran por revelar secretos oscuros de los gobiernos a través de su portal WikiLeaks. En los últimos años, ha acumulado una gran cantidad de partidarios, en parte gracias al activismo de su esposa Stella Assange, con quien se casó en la cárcel en marzo de 2022. Sin embargo, no ha logrado poner fin a su prolongado enjuiciamiento, que ha afectado negativamente su salud.
Su salud mental y física son tan frágiles que la jueza de primera instancia Vanessa Baraitser ya prohibió su extradición en 2021 al percibir riesgo de suicidio. Sin embargo, Washington logró apelar ese veredicto e insistió en que se le entregara. Después de que WikiLeaks revelara en 2010 y 2011 presuntos crímenes de guerra de Estados Unidos en los conflictos de Irak y Afganistán, Estados Unidos quiere juzgarlo por 18 delitos de espionaje e intrusión informática, aunque su defensa considera las acusaciones políticamente motivadas.
No importa si Assange es considerado un héroe, su trayectoria desde ser un pirata informático hasta convertirse en un luchador contra los poderes fácticos es parte de la lucha global por la libertad de expresión, que incluye a organizaciones periodísticas y de derechos humanos, como Amnistía Internacional.
A pesar de no haber sido declarado culpable de ningún delito, el australiano ha estado encarcelado durante casi catorce años en el Reino Unido, pasando los últimos tres años en la prisión de alta seguridad de Belmarsh en Londres, donde su salud ha empeorado en espera de su deseada libertad.
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