La política colombiana sufrió una dolorosa pérdida este sábado al despedir a una de sus figuras más emblemáticas. Piedad Córdoba, una destacada mujer que desempeñó un papel protagónico en los acontecimientos más relevantes de las últimas décadas desde el Congreso, fue hallada sin vida por sus escoltas. Trágicamente, al ser ingresada a la clínica Los Conquistadores en Medellín, su ciudad natal, ya había fallecido a causa de un infarto.
Célebre por su incansable lucha en favor de una salida negociada al conflicto armado con la entonces guerrilla de las FARC, así como por su participación en las negociaciones que condujeron a la liberación de varios secuestrados, Piedad Córdoba siempre fue una figura controvertida. Su legado se manifiesta en su dedicación a buscar soluciones pacíficas y su valiente participación en momentos cruciales de la historia colombiana.
El presidente Gustavo Petro fue uno de los primeros en expresar su reacción ante el fallecimiento de Piedad Córdoba. A través de un tuit, el mandatario compartió: «Como congresista la conocí y como senadora murió. Una verdadera liberal ha dejado este mundo». En el momento de su deceso, Piedad ocupaba el cargo de senadora por el Pacto Histórico, el mismo partido que condujo a Petro a la presidencia.
La trayectoria de Piedad Córdoba en el Congreso abarca prácticamente la mitad de su vida. Ingresó por primera vez como representante a la Cámara por Antioquia en 1992 y posteriormente se desempeñó como senadora hasta el 2010. La mayor parte de su carrera política transcurrió bajo la bandera del Partido Liberal. Originaria de una familia que lideraba una corriente interna de este partido en el Chocó, su línea paterna marcó su trayectoria. Sin embargo, a lo largo del tiempo, se distanció de los ideales tradicionales del partido debido a sus convicciones progresistas y su afinidad con la izquierda. Este distanciamiento la llevó a fundar el movimiento Poder Ciudadano Siglo XXI como una disidencia interna.
«Piedad Córdoba fue una mujer marcada por su tiempo y la sociedad que le tocó vivir. Durante toda su vida adulta, dedicó sus esfuerzos a luchar por una sociedad más democrática. Sin embargo, su cuerpo y su mente no resistieron la presión de una sociedad anacrónica, que elogiaba las acciones violentas de jóvenes, que rechazaba el diálogo y la paz, que manifestaba aversión hacia los negros, los indígenas y los pobres, y que la trató como una criminal. Un procurador de tendencias fascistas la expulsó del Senado y se mofó de sus electores. Intenté reparar el daño y contribuí para que formara parte de la lista del Pacto Histórico, pues sentí que lo merecía», agregó Petro en su tuit.
VEA: Alerta roja en EE. UU. por tormenta ártica, casi 2/3 del territorio está en temperaturas bajo cero
Aunque no ostentó el título de ser la primera mujer afrodescendiente en llegar al Congreso —pues Nasly Lozano ya lo había logrado en 1962—, Piedad Córdoba sí adquirió un papel protagónico sin precedentes para una mujer de raíces negras en la política nacional. Su presencia trascendió fronteras, explorando Latinoamérica en su afán por forjar alianzas que impulsaran procesos de paz con la intervención de garantes extranjeros. Estableció lazos cercanos con varios presidentes latinoamericanos de tendencia izquierdista, destacándose su amistad con Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y Hugo Chávez en Venezuela.
Sin embargo, esta última conexión fue el epicentro de las críticas más intensas que recibió en Colombia. Se le acusó de llevar a cabo agendas políticas secretas en favor del chavismo y la guerrilla, generando controversias y debates acalorados en el ámbito político colombiano.